sábado, 27 de noviembre de 2010

TECNOFOBIA EN ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS.

En este mundo invadido por tecnología, factores nacionales como la cultura, el avance
tecnológico de los servicios, disponibilidad de computadoras y niveles de vida y consumo de la
población pueden marcar una mayor o menor familiaridad y valoración de la tecnología, así
como una mayor o menor disposición a incorporarla en la vida profesional y familiar. Por
ejemplo, países muy conservadores pueden ser más tecnofobos que los países liberales;
países más pobres pueden ser más indiferentes a la tecnología (porque no la tienen cerca) que
los países ricos. Este tema fue explorado en un lapso de dos años entre 1992 y 1994 por
Michelle M. Weil y Larry D. Rosen. Ellos recogieron información de 3,392 estudiantes de primer
año de 38 universidades de 23 países respecto a su nivel de sofisticación tecnológica y su nivel
de tecnofobia. La sofisticación tecnológica fue medida a partir del uso por parte de los
estudiantes de tecnologías de consumo masivo como grabadoras de video, hornos
microondas, cajeros automáticos, ju egos de video; facilidades computacionales existentes en
la universidad como computadoras de clase y bibliotecas, procesadores de textos, experiencia
en programación; y finalmente si los estudiantes poseían computadoras. La tecnofobia fue
medida mediante instrumentos que medían los niveles de ansiedad computacional, los
conocimiento de computación y las actitudes frente a la computadora. Los resultados fueron
publicados en la revista “Computers in Human Behavior” Vol 11, No. 1, pp. 95-133, 1995 bajo el
título “A Study of Technological Sophistication and Technophobia in University Students From
23 Countries”.
El primer hallazgo fue que los países con altos niveles de tecnofobia (desde 100% hasta 50%)
fueron (de mayor a menor) Indonesia (100%), Polonia, India, Kenya, Arabia Saudita, Japón,
México y Tailandia; los de nivel intermedio de tecnofobia (entre 50% y 30%) fueron Grecia,
Egipto, Irlanda del Norte, Argentina, Italia, España, Alemania, Australia, Rep Checa, Bélgica; y
los de bajo nivel de tecnofobia (entre 30% y 12%) fueron Estados Unidos, Croacia, Hungría,
Singapur e Israel. La edad no fue relevante en cambio el género si en 12 países, en los que de
cada 3 tecnofobos dos eran mujeres. También se encontró que a mayor experiencia directa
con computadoras menor tecnofobia.
Se descubrió que bastaban dos variables para establecer la máxima discriminación tecnofóbica
entre los 23 países. Una de las variables era el nivel de experiencia en computadoras y
tecnología, la cual se midió componiendo un promedio de las 10 experiencias en computadoras
y tecnología antes descritas. La segunda era la tecnofobia, medida como el promedio entre la
escala de ansiedad computacional y los indicadores del una prueba de acercamiento
computacional.
Se encontraron cinco grupos de países que pudieron ser claramente diferenciados: los de baja
a moderada tecnofobia con mucha experiencia de contacto con tecnología y computadoras:
Israel, Singapur, EE.UU. y Australia. Los de baja a moderada tecnofobia y baja a moderada
experiencia con tecnología: Croacia, España, Hungría, Alemania, Bélgica y Argentina. Los de
alta tecnofobia con poca a moderada experiencia: Japón, Indonesia, India, Polonia. Los de alta
tecnofobia con escasa experiencia computacional Arabia Saudita, Tailandia, Kenya, Egipto,
Grecia e Italia. Finalmente los de moderada tecnofobia con moderada experiencia
computacional: México e Irlanda del Norte
Después de una cuidadosa evaluación de los datos se encontró primero, que los dos factores
que explicaban las diferencias entre países tenían que ver con la disponibilidad de la tecnología
y computadoras en esos países, lo que hacía que una escasa o en cambio excesiva exposición

a las computadoras y tecnología generaran disconformidad en quienes no accedía o accedían
demasiado a la tecnología. Segundo, que las características culturales pueden llevar a los
estudiantes a reaccionar de diferentes maneras ante la tecnología. Tercero, que la estructura
política del país puede inhibir o alentar el uso de la tecnología, por ejemplo con la forma como
orienta las inversiones. Cuarto, la manera y forma en la que la tecnología es introducida al
sistema educativo puede influir las reacciones de los estudiantes a la tecnología.
La implicancia de esta investigación es que una cultura que valora la tecnología, integra la
tecnología desde temprano a su sistema educativo formal y tiene un clima político que alienta
la utilización confortable de la tecnología lleva a su población a tener una buena disposición
hacia la tecnología. En contraste, un país que carece de una clara identificación cultural o
política con la tecnología, poca o ninguna exposición educativa temprana a la tecnología y una
infusión ”de arriba abajo” de la tecnología lleva a la confusión tecnológica, el miedo y la
sensación de aislamiento respecto a la tecnología.




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